Sinopsis

Augsburgo, 1913. La joven Marie entra a trabajar en la cocina de la impresionante villa de los Melzer, una rica familia dedicada a la industria textil. Mientras Marie, una pobre chica proveniente de un orfanato, lucha por hacerse un sitio entre los criados, los Melzer esperan con ansia el comienzo de la nueva temporada invernal de baile, cuando se presentará en sociedad su bella hija Katharina. Solo Paul, el heredero, permanece ajeno al bullicio, pues prefiere su vida de estudiante en Múnich. Hasta que conoce a Marie...

Fuente: contraportada

Impresiones

 Marie, dada su condición de huérfana, ha vivido en un orfanato en el que ha tenido que luchar para sobrevivir; en uno de esos giros que da la vida, tiene la oportunidad de entrar a trabajar en casa de los Melzer, una adinerada familia cuya posición y riqueza provienen de la fábrica textil que con mucho trabajo ha levantado el patriarca. Debido a su juventud, su origen humile y al hecho de ser "la nueva" los demás criados de la mansión la ponen a prueba nada más cruzar el umbral de la misma. Habrá algunos que la ayudarán y otros que la mirarán con recelo bien por envidia bien por miedo a sentirse desplazados. Ella será la gran protagonista de esta historia, es una joven educada y respetuosa pero no apocada y sumisa: sabe que tiene un rol en la casa e intenta desarrollarlo lo mejor que puede pero no callará ante injusticias o abusos por parte de sus compañeros. Poco a poco iremos sabiendo más de su pasado y se irá conviertiendo en un personaje de lo más interesante.

El matrimonio Melzer tiene tres hijos: Paul que lleva de cabeza a su padre ya que no está centrado en sus estudios y malgasta su tiempo y su dinero en Múnich; Elisabeth, la mayor de las hijas, es una joven acomplejada por su físico y esto repercute en su carácter huraño, egoísta y envidioso; Katharina, la más joven, es todo lo contrario a su hermana, es una joven belleza con un carácter dulce pero a la vez intrépido y con una gran personalidad e imaginación que plasma en la pintura, su gran pasión. 

Todos estos personajes serán los que muestren al lector todo tipo de situaciones cotidianas, estados de ánimo y, sobre todo, la diferencia de clases sociales existente en la Alemania de principios del siglo XX. Este es uno de los puntos más destacables de la novela: el deseo de conseguir un buen marido para las hijas, la jerarquía existente entre los propios criados dentro de su pequeño estamento, la situación de los trabajadores en la fábrica, la importancia de las apariencias, la brecha existente en la sociedad en función de la procedencia de cada uno. Todo ello visto desde dos perspectivas distintas que me han parecido interesantes: una de ellas será la que se nos muestre por medio del comportamiento de la señora Melzer, su hija Elizabeth y algunos de los criados quienes no contemplan  salirse del guion que les ha tocado en suerte. Por su lado, Paul y, sobre todo, Katharina parecen predispuestos a romper las reglas que encorsetan la sociedad y sus vidas y a luchar por sus sueños y anhelos. Por su parte y siempre en mi opinión, Marie nadará entre dos aguas, sin acabar de decidirse entre hacer lo que le marca su corazón o lo que su cabeza la dicta que es lo correcto.

Otro aspecto a destacar de esta novela es la maravillosa ambientación que nos regala su autora. No escatima detalles que hacen que a nosotros, los lectores, nos sea muy fácil imaginar los escenarios que se van sucediendo en la novela como la fantástica casa en la que habitan los protagonistas, la fábrica en la que se producen las telas o las maravillosas calles de París. En mi opinión es una novela muy visual, tanto que parece que estemos viendo una película o una serie de televisión. En esta impresión también influye la forma en la que está contada la novela, un narrador omnisciente nos guiará por los acontecimientos con un lenguaje sencillo, abundantes diálogos y un ritmo constante que nos mantendrá interesados y expectantes ante el secreto que ocultan sus páginas. 

La villa de las telas es una novela que bebe de varios géneros: el romántico ya que viviremos varias historias de amor, el suspense con un secreto que pugna por salir a la luz y el histórico, casi me atrevería a decir costumbrista, que nos muestra a la sociedad alemana de principios del siglo XX. Un inicio de saga familiar que promete muy buenos momentos de lectura y que me ha dejado con ganas de leer la siguiente entrega. 

Imagen tomada de Google

 

 

 

Sinopsis

Zoe, una exitosa profesional londinense, ha sufrido una caída que le ha producido un aneurisma. Antes de someterse a una arriesgada intervención quirúrgica, decide regresar a Penderak, una pequeña localidad de la bella costa de Cornualles. Allí, catorce años antes, pasó el período más feliz de su vida, y sufrió también la peor pesadilla. Ahora, finalmente ha conseguido reunir el coraje necesario para intentar desvelar los secretos de aquel verano.
Por otro lado, su amiga Rose, que cría sola a su hijo en una maravillosa casa de la playa, necesita distanciarse de su agotadora vida cotidiana, por lo que ambas deciden intercambiar sus casas durante una semana. Al tiempo que Rose se sumerge en la estimulante vida urbana de Londres, Zoe se encuentra con que Jack, su amor de juventud, ha vuelto a vivir en Penderak. Los sentimientos de Zoe hacia Jack cobran vida de nuevo, y con ello las sombras del pasado se ciernen sobre su futuro...
Mientras tanto, el momento de la decisión acerca de su operación está cada día más próximo.

Fuente: contraportada

Impresiones

 A Zoe, una joven con un futuro brillante afincada en Londres, le acaban de diagnosticar un aneurisma cuya única solución es someterse a una intervención quirúrgica lo antes posible; ella decide esperar aun poniendo en riesgo su vida y viajar primero a Penderak donde pasaba los veranos en su adolescencia para intentar descubrir unos hechos que allí ocurrieron y poder operarse con la tranquilidad de saber qué es lo que realmente ocurrió.
Buscando alojamiento en la red, Zoe encuentra un nombre: Wild Flower Inn y sabe que ese será el lugar que la acoja durante su estancia en Penderak. Para su sorpresa sigue siendo propiedad de los Gallagher con los que tuvo una estrecha relación en el pasado y decide hacer una reserva.
Rose Gallagher está al frente de la pensión y se sorprende mucho cuando recibe la solicitud de Zoe ya que reconoce en el nombre a su amiga de la adolescencia; decide llamarla por teléfono y ambas sostienen una conversación que las lleva a ponerse al día.
Rose está separada y saca adelante ella sola a sus dos hijos; le encanta la moda y diseña y confecciona ropa que después vende en la tienda de souvenirs que tiene su hermana en el pueblo. Tiene que viajar a Londres a arreglar unos asuntos y también necesita alejarse por un tiempo de Penderak por lo que acuerda con Zoe que se intercambiarán las casas durante una semana.

Un narrador omnisciente será el que por medio de capítulos cortos nos irá contando las vivencias de estas dos amigas en Londres y Penderak, y lo hará mediante un lenguaje sencillo y un ritmo fluido que hacen de esta una lectura ágil y entretenida. Dos son los lugares en los que tiene lugar esta historia pero será en Penderak donde pasemos más tiempo y gracias a la magnífica descripción que  de él hace la autora llegaremos a imaginarnos los lugares sobre los que estamos leyendo como son la pensión Wild Flower Inn, el pueblo, los acantilados, los caminos. Londres está más difuminado en cuanto a descripciones excepción hecha de la casa de Zoe en la que se aloja Rose que está descrita al detalle.

Zoe  y Rose llevarán el peso de la historia, pero junto a ellas encontramos un variado elenco de personajes secundarios que son muy importantes para la trama y entre los que destacan Jack, el hermano de Rose y amor de juventud de Zoe y Simon Fielding abogado encargado de la venta de la casa de Zoe. Estos cuatro personajes están muy bien perfilados, todos ellos tienen cargas a sus espaldas que arrastran del pasado, que condicionan su presente y con las que intentan lidiar para disfrutar de un futuro feliz.

En cuanto a la historia en sí tengo que decir que es muy previsible, esta novela no tiene nada novedoso que la haga distinta a otras del género, cosa que no me sorprendió ya que cuando decido adentrarme en una lectura de este tipo soy muy consciente de lo que voy a leer y de que casi todo está inventado ya pero de vez en cuando es bueno leer este tipo de escritos entre lecturas más densas y el buen hacer de la autora hacen de este un candidato perfecto para ello. No obstante su previsibilidad, hay un misterio que tendremos que descubrir y que está bien llevado por la autora ya que hasta que no lo decide el lector no imagina qué es lo que ocurrió en Penderak años atrás.

El verano de las flores silvestres es una novela bonita, delicada y agradable en la que el lector no va a tener grandes sobresaltos pero sí curiosidad por saber qué es lo que realmente ocurrió en Penderak en aquel lejano verano. Una novela que trata del amor y de la amistad y que seguro hace las delicias de aquellos que sois amantes de la literatura romántica y también de aquellos que, como yo, disfrutasteis de la trilogía de Daringham Hall.

Imagen tomada de Google

Sinopsis

Este libro está inspirado en el personaje de Theodora Bosanquet -Frieda Wroth en la novela-, quien, de 1907 a 1916, fue la mecanógrafa del célebre novelista Henry James. Al mismo tiempo que profesa una gran admiración por el escritor, Frieda se siente marginada y subestimada. Sin embargo, la llegada a Lamb House de Morton Fullerton, un seductor periodista amigo de James, pone súbitamente a Frieda en el punto de mira. A medida que va ganándose la confianza del señor Fullerton, Frieda se verá inmersa en una intriga tan apasionante como las novelas que mecanografía. Su lealtad se pondrá a prueba cuando tenga que decidir entre el anonimato, junto a un maestro de la literatura como James, o un amor incierto con un hombre a quien apenas conoce.

Todos los personajes que aparecen en esta novela son reales. Este es el caso también de los escritores Horace Walpole y Edith Wharton, amigos de James, o de Alice y William James, hermanos del escritor.

Con un lenguaje cuidado y exquisito, Michiel Heyns realiza un retrato extraordinario no solo de Henry James y de las personas más allegadas a él, sino también de las actitudes y costumbres de principios del siglo XX.

Fuente: Gatopardo ediciones

Impresiones

Debido a fuertes dolores en sus manos, Henry James se vio obligado a contratar a alguien para dictarle sus textos y la escogida fue Frieda Wroth, una joven mecanógrafa admiradora del escritor. A partir de ese momento, James empieza dictarle los textos que denotan un cambio de estilo muy probablemente debido a ese dictado.
Con unas costumbres y horarios muy estrictos, mecanógrafa y escritor comparten muchas horas de trabajo en las que se van conociendo y aunque no llegan a tener una amistad propiamente dicha sí que les une un profundo afecto.
Henry James era un hombre solitario al que no le agradaban las visitas a no ser que fueran de sus amigos más íntimos como la escritora Edith Wharton o el periodista Morton Fullerton. Será este último el que hará que la ordenada vida de Frieda se vuelva patas arriba cuando se conozcan. Fullerton, un conocido casanova, no duda en seducir a Frieda para pedirle que traicione la confianza de James y le consiga unas cartas que este guarda. Frieda se debate entre hacer lo correcto o seguir a su corazón.

Con una prosa exquisita y un ritmo sin altibajos, Michiel Heyns por medio de un narrador omnisciente nos va introduciendo en la intimidad de estos dos personajes y de las personas que se van cruzando con ellos entre 1907 y 1909. Todo ello en el marco de una buena ambientación que describe muy bien la casa de Henry James y la habitación en la que vive Frieda sita en una pequeña pensión, lugares descritos al detalle que posibilitan al lector imaginar las escenas que sugieren las palabras. Una de estas escenas que se repite cada vez que asistimos a uno de los dictados casi diarios que presiden la rutina de mecanógrafa y escritor me ha parecido muy curiosa ya que Frieda intenta adelantarse a las palabras de James antes de que salgan de su boca, imagina qué dirá el maestro y, a pesar de que nunca logra adivinarlas ya que aquel es poseedor de una gran imaginación y dominio del lenguaje, ella no ceja en su empeño y día tras día persevera en sus intentos.

Frieda Wroth es un personaje complejo que se debate entre la lealtad y admiración que siente por Henry James y los cantos de sirena de Morton Fullerton; es una mujer joven, en algunos aspectos adelantada a la época en la que vive pero con una pizca de ingenuidad, fruto de su juventud, que la llevan a vivir el cuento de la lechera hasta que recibe una dosis de realidad que sabe ver y la ayuda a rectificar a tiempo su comportamiento.
Por su parte, Henry James es un hombre tranquilo, con una estricta rutina al que le gusta disfrutar de la compañía de sus amigos más cercanos, sobre todo de su adorada Edith Wharton quien es la mente que idea planes que a él le parecen descabellados y ante los que al principio se muestra reacio aunque, en mi opinión, es solo una pose, ya que luego siempre accede de buen grado a ellos. Un hombre que aun sin parecerlo se da cuenta de todo lo que ocurre a su alrededor, lo controla todo con mucha mano izquierda y valora mucho el trabajo de su asistente aunque no lo muestra abiertamente.

La mecanógrafa de Henry James es una novela para disfrutar de unos gratos momentos de lectura que, estoy segura, encandilará a los admiradores de Henry James y digo esto porque a mí me ha gustado mucho y no he leído ninguna obra del afamado escritor. Una novela que nos mostrará al Henry James más desconocido, sus rutinas, sus manías, sus amistades y su método de trabajo en el momento de su vida en que decidió revisar sus obras. Leedla, no os arrepentiréis.

Imagen tomada de Google

Sinopsis

Queen, julio de 1965: una ola de calor inmisericorde abrasa las calles de Nueva York. Ruth Malone, una joven madre del barrio, se levanta por la mañana y descubre la ventana de la habitación de sus dos hijos pequeños abierta de par en par. Han desaparecido.

No hay peor pesadilla para una madre, pero Ruth Malone no es una madre cualquiera. Su rostro laboriosamente maquillado, su ropa provocativa y, sobre todo, las botellas de alcohol esparcidas por su apartamento conducen a la policía a inquietantes conjeturas respaldadas por los cotillas y envidiosos del vecindario.

Pete Wonicke, un periodista inexperto encargado de cubrir su primer caso importante, no puede evitar llegar a esas mismas conclusiones. Sin embargo, cuanto más tiempo pasa con Ruth, más se da cuenta de que los policías no siempre son los buenos y de que las obsesiones personales de ciertos inspectores pueden estar haciendo que la investigación tome el rumbo equivocado. Wonicke empieza a dudar de todo lo que creía saber. Ruth Malone es una mujer cautivadora, desafiante y misteriosa, pero ¿sería capaz de matar a sus propios hijos? Basada en hechos reales, Muertes pequeñas nos cuenta una historia de amor, moralidad y obsesión al mismo tiempo que analiza la capacidad que tenemos todos para hacer el bien o el mal.

Impresiones

Ruth Malone es una joven madre separada de veintiséis años que tiene que hacerse cargo de sus dos hijos, Frankie de cinco y Cindy de cuatro años. Para poder vivir y sacar adelante a sus pequeños trabaja como camarera; debido a ello y a su preocupación por la imagen que da a los demás, a Ruth le gusta ir bien vestida y maquillada siempre lo que es objeto de chismorreos entre sus vecinos. Una mañana cuando va a despertar a sus hijos se da cuenta de que han desaparecido y será ese el momento en el que comience su calvario. Desde el principio la policía fija sus miras en ella sin darle un respiro, propiciando situaciones muy desagradables y rozando el acoso; la razón a este comportamiento podría estar en los prejuicios del sargento Devlin, un hombre católico, padre de familia numerosa al que no le gusta en absoluto ni el aspecto ni la forma de vida de Ruth.

Por su parte, Pete Wonicke es un periodista en busca de la noticia que lo ayude a ascender; en un principio ve a Ruth como la ven la policía y sus vecinos, es decir, como una joven de vida desordenada y licenciosa y aspecto frívolo nada recomendables para criar a unos niños tan pequeños. Pero Pete no se quedará en la superficie de esta impresión e intentará por todos los medios saber más de Ruth y de su vida, irá sintiéndose atraído por ella e intentará ayudarla en todo lo que pueda.

A lo largo de los veinte capítulos que la componen, esta novela irá narrando los acontecimientos acaecidos en la vida de Ruth Malone y su familia desde la desaparición de los pequeños. Con un lenguaje sencillo pero afilado, abundancia de diálogos, frases no demasiado largas y un ritmo fluido, la autora crea un retrato de la sociedad americana de los años 60, una sociedad en la que las apariencias y el "qué dirán" cobran mucha importancia y dan lugar a prejuicios que desembocarán en situaciones incómodas y desagradables. Sé que estoy siendo parca en describir los acontecimientos pero ser más explícita sería destripar la novela y adelantaros acontecimientos que merecen la pena ser leídos.

Esta novela trata diferentes temas siempre presentes en las sociedades de las distintas épocas pero lo que destaca y lo impregna todo son los prejuicios. En nuestra vida no podemos evitar tenerlos, creo  que es algo inherente al ser humano, pero en mi opinión en según qué circunstancias o roles deberíamos intentar controlarlos sino ya eliminarlos porque hay muchas cosas en juego; leeremos prejuicios de los vecinos de Ruth, de la policía, de los periodistas e incluso de su propia familia sin que ninguna de estas personas se preocupe por intentar comprender el comportamiento de esta madre, una madre peculiar que llora a sus hijos como sabe o puede y que por hacerlo de este modo se ve señalada y estigmatizada por sus semejantes. Los engaños y los celos, el amor y el sexo, el odio y la venganza se dan la mano en este espejo que refleja la realidad social que rodea estos hechos e influirán en los comportamientos y decisiones de nuestros personajes.

Hablando de personajes, para mí tres son los que llevan el peso de la trama y van creando relaciones con los personajes secundarios que van apareciendo: Ruth Malone a la que la autora describe como alguien frío y egoísta al principio para luego ir mostrándonos su verdadero yo, el que casi nadie de su alrededor es capaz de ver; Pete Wonicke, un joven con sueños y aspiraciones que se van redefiniendo según va avanzando la historia y, con ella, su conocimiento e interés por el caso y el sargento Devlin, encargado de las investigaciones, que se mostrará implacable y tozudo en sus opiniones que condicionarán el desenlace. Un desenlace que me ha sorprendido y me ha gustado muchísimo, un final que no esperaba y me ha dejado casi que con la boca abierta.

Como muchos de vosotros sabréis, esta novela está basada en la historia de Alice Crimmins y yo, cuando apenas me faltaban 30 páginas para acabar la novela, decidí indagar algo más en la vida de esta mujer y lo poco que me ha dado tiempo a leer de esta es muy interesante aunque os aconsejo que si tenéis curiosidad, esperéis primero a leer el libro y completéis su lectura con la realidad de los hechos.

Muertes pequeñas es una novela negra, mucho, escrita con una prosa afilada y certera que te golpea en el pecho dejándote sin aliento en algunos momentos y que te obliga a seguir pasando páginas para descubrir qué pasó y cómo. Una novela que trata muchos temas que hoy en día siguen estando de actualidad y que nos muestra las distintas interpretaciones que un comportamiento puede conllevar en nosotros. Si queréis leer una buena novela, no lo dudéis, esta es una buena opción.

Imagen tomada de Google

 

Sinopsis

El 15 de agosto de 2014, la vida de Nadia Murad cambió para siempre. Las tropas del Estado Islámico irrumpieron en su pequeña aldea del norte de Irak, donde la minoría yazidí llevaba una vida tranquila, y cometieron una masacre. Ejecutaron a hombres y mujeres, entre ellos a su madre y seis de sus hermanos, y los amontonaron en fosas comunes. A Nadia, que entonces tenía veintiún años, la secuestraron, junto a otras miles de jóvenes y niñas, y la vendieron como esclava sexual. Los soldados la torturaron y violaron repetidamente durante meses, hasta que una noche logró huir de milagro por las calles de Mosul. Así emprendió su largo y peligroso viaje hacia la libertad.

De pequeña, Nadia, una niña campesina, jamás hubiera imaginado que un día hablaría ante las Naciones Unidas ni que estaría nominada al premio Nobel de la Paz. Nunca había pisado Bagdad, ni siquiera había visto un avión.
Hoy la historia de Nadia insta al mundo a prestar atención al genocidio de su pueblo. Es un llamamiento a la acción para detener los crímenes del Estado Islámico, un poderoso testimonio de la fuerza de la voluntad humana. Yo seré la última es, asimismo, una carta de amor a un país desaparecido, a una comunidad vulnerable y  a una familia devastada por la guerra.

Fuente: contraportada

Impresiones

Antes de leer este libro desconocía por completo quiénes eran los yazidíes, ni siquiera sabía que es una religión minoritaria que venera a Melek Taus, un ángel para unos y el mismísimo diablo para otros. Muchos los consideran adoradores del diablo y tanto los kurdos como los árabes suníes les presionan para que abandonen su identidad y acepten la kurda o la árabe. El Estado Islámico (EI en adelante) considera que como grupo kurdo parlante carente de libro sagrado, son no creyentes y, por lo tanto, pueden ser esclavizados. Sí, es increíble que en el siglo XXI aún hablemos de esclavitud de seres humanos.

Nadie Murad, la protagonista y narradora de esta estremecedora historia, habitaba junto con su gran familia en la aldea de Kocho, un lugar en el que todos eran una pequeña familia y en el que se sentían protegidos por los peshmerga (combatientes kurdos iraquíes). Cuando el EI crece y necesita expandir su territorio, muchos ciudadanos de las zonas colindantes huyen hacia el monte  Sinyar pero los habitantes de Kocho permanecen en su aldea. Allí los sorprenderán los soldados del EI que matarán a los  hombres y secuestrarán a las mujeres y niños para ser usadas como esclavas sexuales ellas y como futuros soldados o escudos humanos los pequeños.

A lo largo de toda la narración, Nadia irá desvelando al lector todas las situaciones, ninguna de ellas agradable, que tuvo que superar hasta el momento de su huida. No es una mujer sumisa lo que ya desde el principio de su cautiverio le va a traer muchos problemas: será quemada con cigarrillos, violada por varios hombres, vendida como si fuera mercancía y denigrada por completo pero ella sigue fiel a sus creencias y lucha por su vida y por la de su familia. Pero no solo nos relatará los terribles hechos que tuvo que vivir sino que, al hilo de esa narración, compartirá con nosotros momentos felices de su vida antes de su cautiverio que nos enseñarán mucho sobre sus costumbres y su cultura. Nadia, como cualquier chica de su edad, tenía sueños y deseaba poder hacerlos realidad hasta el fatídico día en que esos sueños le fueron arrebatados junto con todo lo que más apreciaba en su vida.

A pesar de que pueda parecer por el tema abordado en ella, esta novela no se recrea en las desgracias ni en la crueldad a la que este pueblo es sometido sino que Nadia lo cuenta con naturalidad, sin hacer leña del árbol caído pero sin esconder, disfrazar ni callar nada. Para narrar la historia de su vida no divaga ni adorna el lenguaje sino más bien al contrario, utiliza un lenguaje sencillo con el que sabe cohesionar bien sus vivencias y recuerdos dotando a su prosa de un ritmo fluido que envuelve al lector y lo hace partícipe de la historia. Esto último también se ve favorecido por una capacidad asombrosa para describir los paisajes por los que va discurriendo su relato; es imposible  no imaginar su aldea con las calles de arena, las casas pequeñas y los porches abiertos a los vecinos como también las carreteras polvorientas que recorrerá con sus captores y también con su salvador o las bulliciosas calles de la ciudad de Mosul donde pasará la mayor parte de su cautiverio.

Durante pero sobre todo después de esta lectura no he podido evitar pararme a reflexionar sobre lo equivocados que estamos muchas veces en lo referente a cosas que no conocemos. Precisamente el desconocimiento de la religión yazidí y del modo de vida de las personas que la profesan fue uno de los motivos por los que se vieron aislados, por los que muchos vecinos les dieron la espalda y se quedaron solos frente al gigante personificado en el EI que bajo la bandera de una religión y aprovechando el desconocimiento que muchos de nosotros tenemos de ella, comete auténticas atrocidades como las narradas en esta soberbia novela. Por ello es de agradecer e incluso diría que también es digno de admirar que Nadia Murad haya alzado la voz por ella y por aquellos que no pueden alzarla, que haya sido valiente y haya contado sus experiencias, que luche por su religión y por su pueblo y ojalá pueda llevar ante la justicia a todos estos seres humanos (me estoy conteniendo mucho) y paguen por todo lo que hicieron y siguen haciendo.

Yo seré la última me parece una novela indispensable para entender muchas cosas de este conflicto que aún estando lejos tenemos cada día más cerca. El lector va a enfrentarse con unos hechos que le van a desgarrar por momentos y que van a hacer que dude de la condición humana de muchos que así se hacen llamar pero también va a tener el placer de conocer a una auténtica superviviente, una mujer que no se arredra por nada ni por nadie, una mujer con un corazón inmenso que desnuda su vida ante quien quiera oírla para, con ello, ayudar a las personas que han sufrido y todavía sufren el sometimiento, las torturas y atrocidades que ella sufrió. En definitiva esta novela es toda una lección de vida que os recomiendo sin ningún género de duda.

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